¿Una petición inhumana?
Estamos acostumbrados a
pensar en Jesús de una manera tan tierna, que corremos el riesgo de apelar más
a nuestra imaginación que a la revelación que el Señor nos ofrece en su
Palabra. La escena de hoy (Jn. 4, 43-54) por ejemplo, a pesar de que se trata
de una curación, no carece de dureza.
Un funcionario le pide
que vaya a su casa y cure a su hijo. La respuesta de Cristo es dura: " Si
no ven signos y prodigios son incapaces de creer". No parece demasiado
tierno, sobre todo si pensamos en el drama que vivía aquel hombre...
Si aceptamos que Jesús
no tiene que parecerse a nuestra imaginación, admitamos que una y otra vez
debemos aprender quién es Él en realidad...
En este caso hay una
enseñanza que en realidad es muy propia de Nuestro Señor: le interesa más
nuestra fe que nuestra salud física o nuestro bienestar emocional. Tiene
sed de nuestra fe, porque sabe muy bien que la salud del cuerpo o la
tranquilidad de una vida sin problemas a la vista no es algo que vaya a estar
siempre ni algo con lo que de veras podamos contar.
La enfermedad, las
contradicciones, las traiciones de amigos, los accidentes o la muerte misma
estarán ahí siempre acechando, y si miramos a Jesús sólo a través del lente de
los favores que nos hace para restablecer nuestra salud o conservar nuestro
bienestar JAMÁS tendremos verdadera fe.
Y de algún modo eso es
lo que hace Jesús "saliéndose con la suya": templa el arco de la fe
de aquel hombre hasta su límite. El funcionario regio le pedía algo que a
cualquiera le hubiera parecido en sí mismo un honor: "ven a mi casa".
Jesús renuncia a ese honor y en cambio pone en condición de siervo, y siervo
obediente, a aquel hombre encumbrado: "cree; tu hijo ya está bien".
Una hermosa solución "de compromiso" en la que Cristo rescata lo que
a Él más le interesa, es decir, que crezca la fe, mientras concede lo que el
atribulado papá pedía, la salud de aquel niño.
La pregunta para
nosotros entonces sería: ¿Cómo va nuestra fe? ¿Qué estamos haciendo para fortalecerla?
En estos días se nos llama a vivir nuestra fe, hay
que estar atentos a lo que el Señor quiere. De hecho todos los acontecimientos,
como la renuncia de Benedicto XVI o la elección del próximo Pontífice, hemos de
ponerlos bajo la sabiduría de Dios. Eso supone para nosotros pedir un aumento
de la fe, intensificar la oración y crecer en la esperanza. Dios está con
nosotros, nunca deja a su Iglesia.
Que la Virgen María con su poderosa intercesión nos
ayude a crecer en la fe
(Colaboración de Maritza Castro P.).
No hay comentarios:
Publicar un comentario