lunes, 11 de marzo de 2013

MAS VALE ENTRAR CIEGO AL REINO DE LOS CIELOS, QUE CON LOS DOS OJOS SANOS AL INFIERNO

¿Una petición inhumana?

Estamos acostumbrados a pensar en Jesús de una manera tan tierna, que corremos el riesgo de apelar más a nuestra imaginación que a la revelación que el Señor nos ofrece en su Palabra. La escena de hoy (Jn. 4, 43-54) por ejemplo, a pesar de que se trata de una curación, no carece de dureza.
Un funcionario le pide que vaya a su casa y cure a su hijo. La respuesta de Cristo es dura: " Si no ven signos y prodigios son incapaces de creer". No parece demasiado tierno, sobre todo si pensamos en el drama que vivía aquel hombre...
Si aceptamos que Jesús no tiene que parecerse a nuestra imaginación, admitamos que una y otra vez debemos aprender quién es Él en realidad...
En este caso hay una enseñanza que en realidad es muy propia de Nuestro Señor: le interesa más nuestra fe que nuestra salud física o nuestro bienestar emocional. Tiene sed de nuestra fe, porque sabe muy bien que la salud del cuerpo o la tranquilidad de una vida sin problemas a la vista no es algo que vaya a estar siempre ni algo con lo que de veras podamos contar.
La enfermedad, las contradicciones, las traiciones de amigos, los accidentes o la muerte misma estarán ahí siempre acechando, y si miramos a Jesús sólo a través del lente de los favores que nos hace para restablecer nuestra salud o conservar nuestro bienestar JAMÁS tendremos verdadera fe.
Y de algún modo eso es lo que hace Jesús "saliéndose con la suya": templa el arco de la fe de aquel hombre hasta su límite. El funcionario regio le pedía algo que a cualquiera le hubiera parecido en sí mismo un honor: "ven a mi casa". Jesús renuncia a ese honor y en cambio pone en condición de siervo, y siervo obediente, a aquel hombre encumbrado: "cree; tu hijo ya está bien". Una hermosa solución "de compromiso" en la que Cristo rescata lo que a Él más le interesa, es decir, que crezca la fe, mientras concede lo que el atribulado papá pedía, la salud de aquel niño.
La pregunta para nosotros entonces sería:  ¿Cómo va nuestra fe?  ¿Qué estamos haciendo para fortalecerla? 
En estos días se nos llama a vivir nuestra fe,  hay que estar atentos a lo que el Señor quiere. De hecho todos los acontecimientos, como la renuncia de Benedicto XVI o la elección del próximo Pontífice, hemos de ponerlos bajo la sabiduría de Dios. Eso supone para nosotros pedir un aumento de la fe, intensificar la oración y crecer en la esperanza. Dios está con nosotros, nunca deja a su Iglesia.
Que la Virgen María con su poderosa intercesión nos ayude a crecer en la fe
(Colaboración de Maritza Castro P.).
 

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