Queridos Hermanos:
Por el contexto sanitario de la Pandemia de Coronavirus, la Misa de Sanación del Domingo 04 de Mayo se vivirá por internet.
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RCC Diócesis Santa María de Los Ángeles
Domingo 03 de mayo a las 16:00 horas
Unidos en un mismo espíritu, oremos por el término de esta terrible enfermedad que azota al mundo entero
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La Vida en el Espíritu
683 "Nadie puede decir: "¡Jesús es Señor!" sino por influjo del Espíritu
Santo" (1 Co 12, 3). "Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de
su Hijo que clama ¡Abbá, Padre!" (Ga 4, 6). Este conocimiento de
fe no es posible sino en el Espíritu Santo. Para entrar en contacto con Cristo,
es necesario primeramente haber sido atraído por el Espíritu Santo. Él es quien
nos precede y despierta en nosotros la fe. Mediante el Bautismo, primer
sacramento de la fe, la vida, que tiene su fuente en el Padre y se nos ofrece
por el Hijo, se nos comunica íntima y personalmente por el Espíritu Santo en la
Iglesia:
El Bautismo «nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Verbo, es decir al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo» (San Ireneo de Lyon, Demonstratio praedicationis apostolicae, 7: SC 62 41-42).
684 El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en
la fe y nos inicia en la vida nueva que es: "que te conozcan a ti, el único Dios
verdadero, y a tu enviado, Jesucristo" (Jn 17, 3). No obstante, es el
"último" en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad . San
Gregorio Nacianceno, "el Teólogo", explica esta progresión por medio de la
pedagogía de la "condescendencia" divina:
«El Antiguo Testamento proclamaba muy claramente al Padre, y más obscuramente al Hijo. El Nuevo Testamento revela al Hijo y hace entrever la divinidad del Espíritu. Ahora el Espíritu tiene derecho de ciudadanía entre nosotros y nos da una visión más clara de sí mismo. En efecto, no era prudente, cuando todavía no se confesaba la divinidad del Padre, proclamar abiertamente la del Hijo y, cuando la divinidad del Hijo no era aún admitida, añadir el Espíritu Santo como un fardo suplementario si empleamos una expresión un poco atrevida ... Así por avances y progresos "de gloria en gloria", es como la luz de la Trinidad estalla en resplandores cada vez más espléndidos» (San Gregorio Nacianceno, Oratio 31 [Theologica 5], 26: SC 250, 326 [PG 36, 161-164]).
685 Creer en el Espíritu Santo es, por tanto, profesar que el Espíritu
Santo es una de las personas de la Santísima Trinidad Santa, consubstancial al
Padre y al Hijo, "que con el Padre y el Hijo recibe una misma adoración y
gloria" (Símbolo Niceno-Constantinopolitano: DS 150). Por eso se ha
hablado del misterio divino del Espíritu Santo en la "teología trinitaria", en
tanto que aquí no se tratará del Espíritu Santo sino en la "Economía" divina.
686 El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo
del designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Pero es en los
"últimos tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, cuando el
Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona.
Entonces, este designio divino, que se consuma en Cristo, "Primogénito" y Cabeza
de la nueva creación, se realiza en la humanidad por el Espíritu que nos es
dado: la Iglesia, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la
resurrección de la carne, la vida eterna.