Llama la atención la alegría de los hermanos que llegan desde distintos puntos de la ciudad y desde otras localidades de la diócesis a este encuentro con el Señor.
Los testimonios al final de la Misa nos hablan de un Dios que está en medio de su pueblo dando señales de Su Amor.
A propósito de las lecturas del domingo, que nos hablan de
las veces en que Dios sació el hambre de su pueblo en situaciones críticas, el
Padre Tomás Carrasco hizo algunas certeras reflexiones.
La ambición humana jamás se sacia. El
hombre es como un saco roto; y buscamos llenar ese saco roto con cosas
materiales. Viene así la ambición desmedida que crece y crece dejando sólo
vacíos en la vida humana. Por eso, es necesario buscar el verdadero alimento
que es el Señor. Solo Dios puede saciar nuestra hambre de vida y nuestras
necesidades. El Padre Tomás nos llama a entregar nuestros vacíos al Señor, y
también nuestras enfermedades. Una vez que hemos entregado al Señor nuestras
dificultades y dolores, vivamos en Paz y Fe. Si has entregado al Señor tu
problema, deja al Señor actuar. Sólo da gracias y continua una vida de Amor
de parte del único que puede saciar nuestra hambre de vida: El Señor.
Emotivos testimonios de sanación y perseverancia se vivieron en la Misa de ayer. Frente a esto, el Padre Tomás insistió en que debemos entregar nuestros dolores al Señor, ya sea ante el Santísimo, en la intimidad de nuestra oración o en momentos de oración comunitaria y no volver a insistir ante el Señor, como si él no nos hubiese escuchado ya. Como reflexión, señalamos que los que fueron salieron felices del encuentro mensual de la renovación carismática católica de Los Ángeles. No podía ser de otra manera, pues sólo el Señor nos da la verdadera felicidad. Permite Señor que siempre caminemos en Tu Presencia. Amén. |
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