jueves, 16 de agosto de 2018

La Renovación Carismática celebró a Maria como Madre

 BENDITAS SEAN TAMBIÉN NUESTRAS MADRES.
Toda la ternura de tener a la Virgen María como Madre de Dios y Madre de la Iglesia y de cada uno de nosotros se vivió ayer en el retiro vivido por la Renovación Carismática de Los Ángeles en la Parroquia del Verbo Divino. Muy emotiva fue la reflexión del Padre Gustavo, quien nos llamó a pensar en nuestra mamá terrenal. Pensar en todo lo que nuestras madres nos han dado, incluso con sus debilidades humanas. Y así nos llevó a bendecir espiritualmente a nuestras mamás por todo lo bueno que nos han dado. Hermoso momento de amor y sanación interior.

El Padre Gustavo Avello, asesor espiritual de la RCC de la diócesis de Los Ángeles, resaltó en sus palabras el gran regalo de la Madre que el Señor nos regaló. Con emotivas palabras resaltó la humildad de la Santísima Virgen María y su gran espíritu de servicio. "He aquí la esclava del Señor. Hagase en mi según tu palabra." LA asamblea celebró la fiesta de la asunción de María con alabanzas y oración, en una festiva fiesta de amor a la Madre de Dios

La celebración de la asunción de la Virgen destacó por el ambiente de mucha paz y amor que se derramó en el templo. El Padre Avello nos habló abundantemente y con mucha convicción sobre el Amor entre Jesús y María, y sobre cómo ese amor se derrama hoy en nosotros. Recibamos a María como nuestra Madre, pues ya es la Madre de Dios e intercede permanentemente por nosotros. Amén.
Cecil Salas animó la celebración acompañado de hermanos de la RCC de Los Ángeles. Las canciones fueron especialmente contemplativas y de mucha interioridad con Dios. Esto permitió crear un clima de alegría y profunda intimidad con el Señor. Asi es cómo nos habla el Señor.



964 El papel de María con relación a la Iglesia es inseparable de su unión con Cristo, deriva directamente de ella. "Esta unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el momento de la concepción virginal de Cristo hasta su muerte" (LG 57). Se manifiesta particularmente en la hora de su pasión:

«La Bienaventurada Virgen avanzó en la peregrinación de la fe y mantuvo fielmente la unión con su Hijo hasta la cruz. Allí, por voluntad de Dios, estuvo de pie, sufrió intensamente con su Hijo y se unió a su sacrificio con corazón de madre que, llena de amor, daba amorosamente su consentimiento a la inmolación de su Hijo como víctima que Ella había engendrado. Finalmente, Jesucristo, agonizando en la cruz, la dio como madre al discípulo con estas palabras: “Mujer, ahí tienes a tu hijo” (Jn 19, 26-27)» (LG 58).

965 Después de la Ascensión de su Hijo, María "estuvo presente en los comienzos de la Iglesia con sus oraciones" (LG 69). Reunida con los apóstoles y algunas mujeres, "María pedía con sus oraciones el don del Espíritu, que en la Anunciación la había cubierto con su sombra" (LG 59).(Catecismo de la Iglesia)

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