¿Un elefante con la trompa para arriba
es el principal adorno en tu sala? ¿Detrás de tu puerta hay una
herradura? ¿Tienes tu casa decorada con cuarzos, péndulos o calaveras?
¿En la entrada de habitaciones no falta la sábila con moños rojos?...
“Deshazte de ellos, limpia tu hogar y a tu familia de todo objeto de
idolatría, porque lejos de traer suerte, fortuna y protección, le estás
dando la espalda a Dios y vas directo a iniciar una relación con el
mundo de Satanás”. Es lo que afirma en esta entrevista el sacerdote
Guillermo Barba Mojica, coordinador de Exorcistas de la Arquidiócesis de
México que difunde la propia web eclesial.
“Lo
más peligroso de estas prácticas es que desprecian nuestra fe; y lo que
es peor, lesionan gravemente nuestra relación con el Dios del amor, el
Dios de la misericordia que cuida de nosotros y que nos ama con un amor
eterno, puesto que ponemos en su lugar ídolos, es decir, objetos a los
que se les atribuye un poder sobrenatural”, puntualiza el conocido y
polémico sacerdote.
Explica el padre Guillermo que como lo expone la Biblia, en el libro del
Deuteronomio, todas estas costumbres paganas “son abominaciones para el
Señor tu Dios”, y al ponerlas en práctica se está quebrantando el
primer mandamiento: “El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás
al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu
mente y con todas tus fuerzas”.
Añade
que el hombre envuelto en la tentación de controlar su vida y el
porvenir -una de las cosas que motiva la posesión de estos objetos de
idolatría- usurpa un lugar que sólo le corresponde a Dios, porque como
señala el Papa Francisco en la exhortación apostólica Lumen Fidei, “el
ídolo es un pretexto para ponerse a sí mismo en el centro de la
realidad, adorando la obra de las propias manos”.
A esto se suma la fuerte influencia de una cultura del sincretismo
religioso, de la Nueva Era y de un neo paganismo -afirma el exorcista
mexicano-, que lleva a muchos católicos que desconocen su fe, a ser
presa de este mundo en el que se respira una atmósfera de pecado.
“La raíz del problema es el desconocimiento de Cristo y de su
Evangelio, por lo que es apremiante evangelizar, ya que muchos
bautizados, al estar alejados de los Sacramentos, de la Palabra de Dios,
caen en el terreno de la idolatría, depositando su confianza en
objetos, que incluso convierten en ídolos ante los cuales se inclinan”,
señaló.
¿Existen objetos que pueden vincular el pecado, sin que el fiel lo perciba en una primera impresión?
P. Guillermo: Todo aquello que pretende sustituir a
Dios, desde un artículo que idolatramos por pertenencia sentimental,
hasta los que apreciamos más que nuestras vidas, y que muchas veces son
simples objetos creados para hacer crecer nuestro ego, porque sabemos
que ninguna cosa o persona puede ejercer de sí autoridad sobre el
hombre, si no le viniese de Dios, y es claro que Él mismo no da
autoridad a los objetos.
¿Se debe alertar a los fieles sobre la presencia de tales objetos en sus hogares?
P. Guillermo: Como señala el Papa Francisco en la
Encíclica la Luz de la fe: “La fe, en cuanto asociada a la conversión,
es lo opuesto a la idolatría; es separación de los ídolos para volver al
Dios vivo, mediante un encuentro personal”; por lo que la única manera
de erradicar la superstición, la idolatría y el mal de nuestras vidas,
es un encuentro vivo y personal con Jesucristo a través del anuncio
kerigmático, seguido de una catequesis sólida.
¿Qué efectos pueden provocar en los hogares?
P. Guillermo: Los objetos de idolatría son una
estrategia del diablo para minar la fe de los creyentes y, al depositar
la confianza en ellos, se puede entablar una relación con el mundo de
Satanás, porque quien los usa deja de ser creyente verdadero y se
convierte en crédulo. También está el daño psicológico, puesto que hay
personas que desarrollan una enajenación con estos objetos, hasta el
punto de tener alucinaciones auditivas y visuales, lo que refuerza un
pensamiento mágico que puede llegar a ser tan fuerte hasta convertirse
en una psicosis familiar. Otro aspecto en el que también causan un grave
daño es en la economía familiar, que muchas veces se ve lesionada por
el dinero que se invierte en estas prácticas. Por todo eso la Iglesia es
clara cuando nos advierte en el Catecismo que nos guardemos de caer en
estas tentaciones.
¿Deberían desterrarse esos objetos?
P. Guillermo: Un paso hacia la conversión es la
renuncia a esos objetos de idolatría, no sólo de manera implícita sino
explícitamente, y un gesto de renuncia es destruirlos para no fomentar
que otras personas se adhieran a ellos. La mejor manera de hacerlo es
llevarlos al sacerdote para que él realice brevemente una oración de
liberación y nos indique la forma más conveniente de acabar con ellos.
(Portaluz.org)
No hay comentarios:
Publicar un comentario