domingo, 30 de marzo de 2014

¿Que es la oración en lenguas?


LA ORACIÓN EN LENGUAS

Ceferino SANTOS, S.J.
Aclaraciones necesarias.
Es infrecuente hallar en los diccionarios de espiritualidad o en los tratados sobre la oración y sus métodos una sola palabra acerca de la oración en lenguas. Esto resulta aún más extraño cuando se trata de un modo de oración bíblico y evangélico, que se viene practicando, con interrupciones, desde Moisés hasta nuestros días. Incluso he sabido de prohibiciones a personas concretas para que no oren en lenguas por parte de directores espirituales y autoridades eclesiásticas. San Pablo 'daba gracias a Dios porque oraba en lenguas más que los otros' (1 Co 14,18). Supongo que a San Pablo, que reconoce la autenticidad en la Iglesia de Cristo de la oración en lenguas, inspirada por el Espíritu Santo, no le corregirían la página doctores o teólogos más o menos doctos o indocumentados.


Existen diferentes razones para la oposición y el rechazo en ambientes eclesiales de la oración en lenguas. Recordemos, por ejemplo, la costumbre eclesial de iniciar en la oración a los creyentes por medio de la oración vocal y mental, tan discursiva, tan metódica y racional. Esto descoloca totalmente a los maestros y a los discípulos de oración, que no van a ver con buenos ojos una oración no discursiva, que suena a jerigonza. Pero sucede que esta oración también nos comunica con Dios. San Pablo decía: "El que habla en lengua no habla a los hombres sino a Dios. En efecto, nadie le entiende y dice en espíritu cosas misteriosas" (1 Co 14,2). Algunos pueden pensar desde su racionalismo espiritual, que la oración que no se entiende no es oración. Y esto es falso. Algunas personas, que recitaban hace años el Oficio divino en latín, -lengua que desconocían-, tenían intención de orar y oraban, aunque no entendieran el latín. La oración en lenguas es oración hecha desde el Espíritu con gemidos inenarrables.

A otros la oración en lenguas les parece algo poco serio en personas maduras. Sin embargo, es el propio Espíritu de Dios el que ruega en nosotros, que no sabemos como pedir, con gemidos y súplicas que no se pueden expresar (Rm 8,26). Puede parecer que se trata aquí de un prelenguaje ilógico e infantil, pero si no nos hacemos como niños no entramos en los secretos de Dios y del reino de los cielos (Mt 18,3). La oración en lenguas es la puerta para otros dones del Espíritu. La puerta no es la casa, pero es su entrada normal. Podría resultar peligroso bloquear esta puerta a la oración. Orar en lenguas es un sometimiento y un abandono infantil en las manos del Espíritu para clamar a Dios con los sonidos ininteligibles que él quiera poner en nuestros labios. El olvido del yo y del propio prestigio introduce en una humildad que agrada a Dios.

La oración en lenguas es una respuesta divina al orgullo humano y a las limitaciones del lenguaje oracional corriente. "Como dice Iragui, es un bofetón en la cara del viejo y orgulloso Adán. Pero, ante todo, es la respuesta divina a las limitaciones de la mente y del vocabulario humano". Dios no cabe en nuestras palabras y en nuestras mentes y el Espíritu ora en nosotros con gemidos inenarrables para trascender nuestras limitaciones y barreras. "Se trata en el don de orar en lenguas de una expresión religiosa que traduce lo inefable" de Dios afirma Benigno de JUANES.


Hoy, millones de pentecostales y neopentecostales, oran a Dios en lenguas y miles de católicos les acompañan, movidos por el Espíritu de Dios. De repente, en una oración o un culto, donde todo estaba medido y razonado, llega el Espíritu de un modo nuevo y suprarracional, sin que sepamos de dónde viene y a dónde va, y nos arrastra por caminos de oración con expresiones y sonidos extraños a nuestras costumbres y rutinas institucionalizadas, trascendiendo el pensar racional y las exigencias de la mente psíquica y discursiva. Algunos tropiezan con dificultades en su oración vocal o mental, y se refugian en una oración de simplicidad en lenguas, que no les exige demasiados esfuerzos racionales. A veces en la misma oración de quietud y contemplativa se da una "loquela" interna y aun externa, semejante al rezo en lenguas. Este fenómeno de amplia experiencia espiritual no se debe pasar por alto al exponer los diversos caminos de la oración cristiana.

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