¡Qué hermosa época donde nuestro cuerpo reduce sus fuerzas, pero el espíritu se prepara para volar alto, tiempo de contemplación, donde nuestra alma se prepara con mayor fuerza para lograr mayor pureza, porque los puros de corazón verán a Dios, época de gran merito por la ofrenda a Dios del propio sufrimiento para el beneficio de las almas¡.
¡GRACIAS, SANTO PADRE¡
Por sus
palabras, siempre certeras, profundas y realistas.
Porque
en su ancianidad ha sabido regir durante este tiempo
a la
nave de la Iglesia,
en medio de vendavales y tormentas.
¡GRACIAS, SANTO PADRE¡
Por su
percepción de la realidad y por su gran corazón para
asumir dagas, injuriosas y envenenadas de
este hipócrita occidente.
Por no
haberse doblegado, y desde la sencillez y humildad,
haber propuesto con convencimiento la verdad de Jesucristo
y su reinado dentro de nuestra Iglesia.
¡GRACIAS, SANTO PADRE¡
Por su
inteligencia lúcida, despierta y abierta.
Por su
cercanía, afabilidad y nobleza.
Por
haber intentado que la Iglesia
fuera más santa, transparente,
evangélica
y llena de Dios.
¡GRACIAS, SANTO PADRE¡
Por su
magisterio que se ha dado generosamente y,
sin
rendirse a la evidencia tortuosa y caprichosa de este mundo.
Por su
gusto y por su delicadeza en la liturgia, por su entrega
y por
tantas muestras de que el Señor habita dentro de Ud.
Por su
devoción en la Eucaristía,
por querer más unir que romper,
por
pretender que la Iglesia
sea más consciente
y
conocedora de Aquel que predica y lleva en vasija de barro.
¡GRACIAS, SANTO PADRE¡
Por su
mano que ha impartido bendiciones a millares
Por su
cayado que nos ha invitado a seguir a Cristo y sin condiciones.
Por su
lento caminar, con el cual nos sugería,
que la
fe se propone y nunca se impone.
Por su
mirada risueña y perdida en el horizonte divino,
que nos
animaba a mirar hacia lo más profundo del mar o a lo más alto del cielo.
¡GRACIAS, SANTO PADRE¡
Por este
gesto que le honra … de decirnos que sus fuerzas
son
menores que la capacidad para llevar el timón de la
barca de Pedro. No lo
deseábamos, pero lo comprendemos.
Ahora, a
nosotros nos toca rezar.
Que Dios
le recompense su inmensa labor, y que nos perdone
a
nosotros si en algún momento fuimos con Ud. más lobos que
corderos.
¡ GRACIAS POR TODO, SANTO PADRE¡Maritza Castro P.
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