miércoles, 30 de junio de 2010

FIN DE SEMANA CARISMATICO EN LOS ANGELES

Imagen de la Virgen peregrina que recorre Chile, en su paso por la ciudad

FIN DE SEMANA CARISMÁTICO:

SÁBADO 03 DE JULIO, A LAS 19,00 HORAS, MISA DE SANACIÓN EN LA PARROQUIA SANTIAGO APOSTOL.LA INVITACIÓN ES DEL GRUPO DE ORACIÓN DE LA PARROQUIA

DOMINGO 04 DE JULIO, MISA DE SANACIÓN DE LA RCC DIOCESANA A LAS 15.30 HORAS, EN LA PARROQUIA DE SAN FRANCISCO.

lunes, 28 de junio de 2010

MISA DE SANACION EN LA PARROQUIA SANTIAGO APOSTOL

CARMEN CAMPOS y PATRICIA SALINAS
Servidoras Grupo Santiago Apostol
El día sábado 03 de julio, a las 19,00 horas, viviremos una Misa de Sanación en la Parroquia Santiago Apóstol. Todos nuestros hermanos en Cristo Jesús que quieran seguir intimamente ligados con nuestro hermano Cristo Jesús y tener una experiencia personal de sanación tanto física como espiritual, están invitados a vivir este hermoso encuentro ¡ Cristo Jesús esta siempre con Nosotros, el Espíritu Santo nos cuida y fortalece.
Nos acompañará en la música nuestro Ministerio que se está formando con mucha fuerza, con la Gracia de Dios-

¡SOLO NECESITAS LA FE INCONDICIONAL PORQUE CON JESÚS TODO ES POSIBLE.- NO DUDES, JESÚS TE ESPERA CON LOS BRAZOS ABIERTOS!.-

Grupo de Renovación Carismática
Parroquia Santiago Apóstol
CARMEN CAMPOS y PATRICIA SALINAS
Servidoras

miércoles, 23 de junio de 2010

¿QUIEN ES EL ESPIRITU SANTO?

Retiro "Encuentro con Jesús", en Los Angeles (Foto de Archivo)

¿Quién es el Espíritu Santo?

Alan Schreck

Aprendiendo a tener una relación personal con el Espíritu de Dios.

Para muchos cristianos el Espíritu Santo es la "persona invisible" de la Trinidad. Sin embargo, muchos no están conscientes del alcance de la presencia y actividad del Espíritu Santo en nuestra vida diaria.

El Nuevo Testamento enseña que el Espíritu Santo, lejos de ser la "persona invisible" de la Trinidad, debería ser la persona más real de Dios en nuestra experiencia cristiana diaria.

El Espíritu Santo es una Persona. Una de las razones por la cual el Espíritu Santo es invisible para muchos cristianos, simplemente, es porque es difícil relacionarse con el Espíritu como una persona. Es más fácil relacionarse con Dios como Padre y Dios Hijo como personas, porque tenemos modelos humanos de padres e hijos, además el Hijo ha venido como humano, Jesucristo.

Es difícil relacionarse con el Espíritu Santo como persona porque las imágenes bíblicas del Espíritu no dan imágenes humanas. Aún el. nombre Espíritu (ruah en hebreo y pneuma en griego) literalmente significa "viento o aliento, respiración". Es difícil imaginarse teniendo una relación personal con el viento.

La palabra inglesa para Espíritu evoca la imagen de un fantasma en vez de una persona. El Espíritu Santo también es retratado en la Biblia como agua viva" (Juan 7,38-39), una paloma (Mateo 3,16; Marcos 1,1); Lucas 3,22; Juan 1,32) y como "lenguas de fuego" (Hechos 2, 34).

Por supuesto, esas imágenes inspiradas nos dicen algunas cosas importantes sobre el Espíritu Santo. La respiración es un signo de vida y el Espíritu Santo es el aliento de Dios que da vida, como el agua viva denota al Espíritu como el Dios de vida refrescante. Con el viento evocamos la libertad de la acción del Espíritu Santo (Juan 3,8).

La paloma atrae la atención al Espíritu Santo como la fuente de paz y de pureza. Y las lenguas de fuego son una imagen del poder del Espíritu Santo para fortalecer y purificar.

Pero el Espíritu Santo no es una fuerza impersonal.

El Espíritu Santo es una persona tanto como el Padre y el Hijo lo son. El Espíritu tiene una personalidad y misión única. En la última cena Jesús habla del Espíritu Santo como " paráclito"; " abogado"; "consejero ", "que les enseñará todo lo que les he dicho" (Juan 14,26).

Al Espíritu Santo no se le puede mentir (Hechos 5,3), ponerlo a prueba (Hechos 5,9). Algunos dicen que el libro de los Hechos debería ser llamado como "Los hechos del Espíritu Santo", porque a través de todo él, el Espíritu está hablando (Hechos 10,19; 13,21,11; 28,25), Consolando (9,31). Enviando (13,4) Decidiendo (15,28), Advirtiendo (20,23), Impulsando (21,4), Arrebatando a Felipe de un lugar a otro (8,39).

El Espíritu Santo advierte a Pablo y Timoteo de predicar el mensaje en provincia de Asia y cuando trataron de seguir a Bitinia el Espíritu de Jesús se los permitió (Hechos 16, 6-8).

Está claro que el nuevo Testamento presenta al Espíritu Santo como una persona que está en relación activa y personal con los discípulos de Jesús.

Abogado Defensor

El trabajo primordial del Espíritu Santo es revelar a Jesús como Señor y capacitarnos para proclamar esta verdad clara y valientemente, cono Pablo escribió a la Iglesia de Corinto "Es por eso que les digo que nadie que hable en el Espíritu de Dios dirá jamás, "Maldito sea Jesús. Y nadie puede decir, Jesús es Señor, excepto por el Espíritu Santo (1 Corintios 12,)3 Nadie puede reconocer y profetizar que Jesús es Señor a menos que el Espíritu Santo se lo revele.

En el Evangelio de Juan, Jesús llama al Espíritu Santo el "paráclito", que era un término legal griego que significa abogado defensor, vocero o intercesor.

El Espíritu Santo es el abogado defensor del Cristiano defendiendo la verdad del Señorío de Jesucristo.

En Lucas, Jesús les dice a sus discípulos: "Cuando los lleven a las sinagogas, gobernantes y autoridades, no se preocupen en defenderse o en qué decir. El Espíritu Santo les enseña en ese momento todo lo que deba decirse (Lucas 12,11-12).

Los Hechos ilustran esta verdad muchas veces. Pedro, Pablo y otros valientemente defendieron su fe Jesucristo ante cortes judías, pensadores griegos, gobernantes romanos y reyes, por la obra del Espíritu Santo.

Maestro e Intercesor

Jesús les dijo a sus apóstoles que el Espíritu de verdad los guiaría a toda verdad (Juan 16,13) "Los instruiría en todo y les recordaría de todo lo que les había dicho" (Juan 16,26) Jesús era su "rabí" y maestro, pero al prepararse para ir al Padre prometió mandar a sus seguidores un nuevo maestro, el Espíritu Santo.

Además de enseñarnos las verdades sobre Jesús y el Padre, el Espíritu Santo también nos enseña a orar y aún más, ora en nosotros cuando no sabemos hacerlo. "EI Espíritu también nos ayuda en nuestra debilidad porque no sabemos orar como deberíamos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos que no pueden ser expresados en palabras. Y aquel que escruta el corazón conoce cuál es la mente del Espíritu, porque el Espíritu intercede por los santos de acuerdo con la voluntad de Dios (Romanos 8,26-27).

En oración, el Espíritu Santo nos muestra nuestra identidad de hijos de Dios y confirma en nuestros corazones que Dios es verdaderamente nuestro Padre. Pablo da testimonio que "todos los que son guiados por el Espíritu de esclavitud para caer en el temor, sino han recibido el Espíritu de hijos". "Cuando gritamos ¡Abba Padre! es el Espíritu mismo que da testimonio a nuestro espíritu de que somos hijos de Dios". (Romanos 8,14-16; Gálatas 4,6).

Por lo tanto, el Espíritu Santo está trabajando activamente en la vida de los cristianos, para guiarnos, enseñarnos e interceder por nosotros.

Venciendo al pecado en nuestra vida.

El Espíritu Santo es también la persona de Dios en nosotros que nos capacita para vencer al pecado en nuestra vida.

Antes de creer en Cristo y recibir el Espíritu Santo, el ser humano es esclavo de sus pasiones y del pecado que lleva a la muerte (Romanos 7,1415 y 20-24).

Pablo enseña claramente que gracias a Jesucristo y al Espíritu Santo la batalla contra el pecado ya no es una experiencia frustrante. Pablo proclama que "la ley del Espíritu, el Espíritu de vida en Cristo Jesús, nos ha liberado de la ley del pecado y la muerte" (Romanos 8,2).

Pablo insiste escribiendo a los Corintios "donde está el Espíritu del Señor hay libertad". Y nosotros que llevamos la cara descubierta y reflejamos la gloria del Señor, nos vamos transformando en su imagen con resplandor creciente; tal es el influjo del Espíritu del Señor (2 Corintios 3,17-18). Por esto Pablo es capaz de proclamar que si alguien está en Cristo es una nueva creación. El orden antiguo ha quedado atrás; ahora todo es nuevo (2 Corintios 5,17). Dios nos ha hecho templos donde mora el Espíritu (1 Corintios 3,16). El Espíritu Santo está obrando en los cristianos para vencer el pecado y para transformarnos en la imagen de Dios.

Pablo reconoce que aún existe un conflicto dentro de nosotros, un agudo contraste entre la obra de la carne y la del Espíritu (Romanos 8; Gálatas 5). El término carne se refiere a nuestra naturaleza humana no redimida.

(De la Página de la RCC de Cuba...¡Dios los Bendiga !))

lunes, 21 de junio de 2010

¡ Yo me confieso, Tu te confiesas......El no se confiesa!....¿por qué?

Padre Julio Aguiar, en una Misa de la Renovación, en Los Ángeles
Es un interesante artículo, para leerlo, meditarlo, orarlo. No te preocupes por el largo de este texto.....a veces leemos tanta basura sin importar el tiempo. ¡Lee este tesoro y podrás guiar a muchos.
Bendiciones:

La pérdida de la Confesión es la raíz de muchos males en la Iglesia
Por el cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia

ROMA, sábado, 19 de junio de 2010 (ZENIT.org).- Publicamos la meditación que pronunció el cardenal Joachim Meisner, arzobispo de Colonia, pronunció con el título "Conversión y misión" durante el encuentro internacional de sacerdotes en la conclusión del Año Sacerdotal.


¡Queridos hermanos!

Ciertamente no trataré de brindaros una nueva exposición sobre la teología de la penitencia y de la misión. Pero quisiera dejarme guiar por el mismo Evangelio, junto a vosotros, hacia la conversión, para luego ser enviados por el Espíritu Santo a llevar a los hombres la buena noticia de Cristo.

En este camino, quisiera ahora recorrer con vosotros quince puntos de reflexión.

1. Debemos convertirnos nuevamente en una "Iglesia en camino a los hombres" (Geh-hin-Kirche), como le gustaba decir a mi predecesor, el entonces Arzobispo de Colonia, el cardenal Joseph Höffner. Esto, sin embargo, no puede ocurrir por un mandato. A esto nos debe mover el Espíritu Santo.

Una de las pérdidas más trágicas que nuestra Iglesia ha sufrido en la segunda mitad del siglo XX es la pérdida del Espíritu Santo en el sacramento de la Reconciliación. Para nosotros, los sacerdotes, esto ha causado una tremenda pérdida de perfil interior. Cuando los fieles cristianos me preguntan: "¿Cómo podemos ayudar a nuestros sacerdotes?", entonces siempre respondo: "¡Id a confesaros con ellos!". Allí donde el sacerdote ya no es confesor, se convierte en un trabajador social religioso. Le falta, de hecho, la experiencia del éxito pastoral más grande, es decir, cuando puede colaborar para que un pecador, también gracias a su ayuda, deje el confesionario siendo nuevamente una persona santificada. En el confesionario, el sacerdote puede echar una mirada al corazón de muchas personas y de esto le surgen impulsos, estímulos e inspiraciones para el propio seguimiento de Cristo.

2. A las puertas de Damasco, un pequeño hombre enfermo, san Pablo, es tirado al suelo y queda ciego. En la segunda Carta a los Corintios, él mismo nos habla de la impresión que sus adversarios tenían de su persona: era físicamente insignificante y de retórica débil (cfr. 2 Cor 10,10). A las ciudades del Asia Menor y de Europa, sin embargo, a través de este pequeño hombre enfermo, será anunciado, en los años venideros, el Evangelio. Las maravillas de Dios no ocurren nunca bajo los "reflectores" de la historia mundial. Estas se realizan siempre a un lado; precisamente, a las puertas de la ciudad como también en el secreto del confesionario. Esto debe ser para todos nosotros un gran consuelo, para nosotros que tenemos grandes responsabilidades pero, al mismo tiempo, somos conscientes de nuestras, a menudo limitadas, posibilidades. Forma parte de la estrategia de Dios: obtener, mediante pequeñas causas, efectos de grandes dimensiones. Pablo, derrotado a las puertas de Damasco, se convierte en el conquistador de las ciudades del Asia Menor y de Europa. Su misión es la de reunir a los llamados en la Iglesia, dentro de la "Ecclesia" de Dios. Aún si - vista desde fuera - es sólo una pequeña y oprimida minoría, es impulsada desde dentro, y Pablo la compara al cuerpo de Cristo, más aún, la identifica con el cuerpo de Cristo, que es la Iglesia. Esta posibilidad de "recibir de las manos del Señor", en nuestra experiencia humana, se llama "conversión". La Iglesia es la "Ecclesia semper reformanda" y, en ella, tanto el sacerdote como el obispo son un "semper reformandus" que, como Pablo en Damasco, deben ser tirados a tierra desde el caballo siempre de nuevo para caer en los brazos de Dios misericordioso, que luego nos envía al mundo.

3. Por eso no es suficiente que en nuestro trabajo pastoral queramos aportar correcciones sólo a las estructuras de nuestra Iglesia para poder mostrarla más atractiva. ¡No basta! Tenemos necesidad de un cambio del corazón, de mi corazón. Sólo un Pablo convertido pudo cambiar el mundo, no un ingeniero de estructuras eclesiásticas. El sacerdote, a través de su ser en el estilo de vida de Jesús, está de tal modo habitado por Él que el mismo Jesús, en el sacerdote, se hace perceptible para los otros. En Juan 14, 23, leemos: "El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él". ¡Esto no es sólo una bella imagen! Si el corazón del sacerdote ama a Dios y vive en la gracia, Dios uno y trino viene personalmente a habitar en el corazón del sacerdote. Ciertamente, Dios es omnipresente. Dios habita en todos lados. El mundo es como una gran iglesia de Dios, pero el corazón del sacerdote es como un tabernáculo en la iglesia. Allí, Dios habita de un modo misterioso y particular.

4. El mayor obstáculo para permitir que Cristo sea percibido por los otros a través nuestro es el pecado. Este impide la presencia del Señor en nuestra existencia y, por eso, para nosotros no hay nada más necesario que la conversión, también en orden a la misión. Se trata, por decirlo sintéticamente, del sacramento de la Penitencia. Un sacerdote que no se encuentra, con frecuencia, tanto de un lado como del otro de la rejilla del confesionario, sufre daños permanentes en su alma y en su misión. Aquí vemos ciertamente una de las principales causas de la múltiple crisis en la que el sacerdocio ha estado en los últimos cincuenta años. La gracia especialmente particular del sacerdocio es aquella por la que el sacerdote puede sentirse "en su casa" en ambos lados de la rejilla del confesionario: como penitente y como ministro del perdón. Cuando el sacerdote se aleja del confesionario, entra en una grave crisis de identidad. El sacramento de la Penitencia es el lugar privilegiado para la profundización de la identidad del sacerdote, el cual está llamado a hacer que él mismo y los creyentes se acerquen a la plenitud de Cristo.

En la oración sacerdotal, Jesús habla a los suyos y a nuestro Padre celestial de esta identidad: "No te pido que los saques del mundo, sino que los preserves del Maligno. Ellos no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo. Conságralos en la verdad: tu palabra es verdad" (Jn. 17,15-17). En el sacramento de la Penitencia, se trata de la verdad en nosotros. ¿Cómo es posible que no nos guste enfrentar la verdad?

5. Ahora debemos preguntarnos: ¿no hemos experimentado todavía la alegría de reconocer un error, admitirlo y pedir perdón a quien hemos ofendido? "Me levantaré e iré a la casa de mi padre y le diré: "Padre, pequé contra el Cielo y contra ti" (Lc 15,18). ¿No conocemos la alegría de ver, entonces, cómo el Otro abre los brazos como el padre del hijo pródigo: "su padre lo vio y se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, lo abrazó y lo besó" (Lc 15,20)? ¿No podemos imaginar, entonces, la alegría del padre, que nos ha vuelto a encontrar: "Y comenzó la fiesta" (Lc 15,24)? Si sabemos que esta fiesta es celebrada en el Cielo cada vez que nos convertimos, ¿por qué, entonces, no nos convertimos más frecuentemente? ¿Por qué - y aquí hablo de un modo muy humano - somos tan mezquinos con Dios y con los santos del Cielo al punto de dejarlos tan raramente celebrar una fiesta por el hecho de que nos hemos dejado abrazar por el corazón del Señor, del Padre?

6. A menudo no amamos este perdón explícito. Y, sin embargo, Dios nunca se muestra tanto como Dios como cuando perdona. ¡Dios es amor! ¡Él es el donarse en persona! Él da la gracia del perdón. Pero el amor más fuerte es aquel amor que supera el obstáculo principal al amor, es decir, el pecado. La gracia más grande es el ser perdonados (die Begnadigung), y el don más precioso es el darse (die Vergabung), es el perdón. Si no hubiese pecadores, que tuvieran más necesidad del perdón que del pan cotidiano, no podríamos conocer la profundidad del Corazón divino. El Señor lo subraya de modo explícito: "Les aseguro que, de la misma manera, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse" (Lc. 15,7). ¿Cómo es posible - preguntémonos una vez más - que un sacramento, que evoca tan gran alegría en el Cielo, suscita tanta antipatía sobre la tierra? Esto se debe a nuestra soberbia, a la constante tendencia de nuestro corazón a atrincherarse, a satisfacerse a sí mismo, a aislarse, a cerrarse sobre sí. En realidad, ¿qué preferimos?: ¿ser pecadores, a los que Dios perdona, o aparentar estar sin pecado, viviendo en la ilusión de presumirnos justos, dejando de lado la manifestación del amor de Dios? ¿Basta realmente con estar satisfechos de nosotros mismos? ¿Pero qué somos sin Dios? Sólo la humildad de un niño, como la han vivido los santos, nos deja soportar con alegría la diferencia entre nuestra indignidad y la magnificencia de Dios.

7. El fin de la confesión no es que nosotros, olvidando los pecados, no pensemos más en Dios. La confesión nos permite el acceso a una vida donde no se puede pensar en nada más que en Dios. Dios nos dice en el interior: "La única razón por la que has pecado es porque no puedes creer que yo te amo lo suficiente, que estás realmente en mi corazón, que encuentras en mí la ternura de la que tienes necesidad, que me alegro por el mínimo gesto que me ofreces, como testimonio de tu consentimiento, para perdonarte todo aquello que me traes en la confesión". Sabiendo de tal perdón, de tal amor, entonces seremos inundados de alegría y de gratitud. De este modo, perderemos progresivamente el deseo del pecado, y el sacramento de la Reconciliación se convertirá en una cita fija de la alegría en nuestra vida. Ir a confesarse significa hacer un poco más cordial el amor a Dios, sentir, decir y experimentar eficazmente, una vez más - porque la confesión no es estímulo sólo desde el exterior -, que Dios nos ama; confesarse significa recomenzar a creer - y, al mismo tiempo, a descubrir - que hasta ahora nunca hemos confiado de modo suficientemente profundo y que, por eso, debemos pedir perdón. Frente a Jesús, nos sentimos pecadores, nos descubrimos pecadores, que hemos dejado de lado las expectativas del Señor. Confesarse significa dejarse elevar por el Señor a su nivel divino.

8. El hijo pródigo abandona la casa paterna porque se ha vuelto incrédulo. Ya no tiene confianza en el amor del Padre, que lo satisface, y exige su parte de herencia para resolver por sí sólo todo lo que a él concierne. Cuando se decide a volver y pedir perdón, su corazón está aún muerto. Cree que ya no será amado, que ya no será considerado hijo. Vuelve sólo para no morir de hambre. ¡Esto es lo que llamamos contrición imperfecta! Pero hacía tiempo que el padre lo esperaba. Hacía tiempo que no tenía pensamiento que le diera más alegría que el de creer que el hijo podría volver un día a casa. Tan pronto lo ve, corre al encuentro, lo abraza, no le da tiempo ni siquiera para terminar su confesión, y llama a los sirvientes para hacerlo vestir, alimentar y curar. Dado que se le muestra un amor tan grande, el hijo, en ese momento, comienza también a sentirlo nuevamente, dejándose colmar. Un arrepentimiento inesperado le sobreviene. Esta es la contrición perfecta. Sólo cuando el padre lo abraza, él mide toda su ingratitud, su insolencia y su injusticia. Sólo entonces retorna verdaderamente, se vuelve a convertir en hijo, abierto y confidente con el padre, reencuentra la vida: "Es justo que haya fiesta y alegría, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado" (Lc. 15,32), dice el padre, al respecto, al hijo que había permanecido en la casa.

9. El hijo mayor, "el justo", ha vivido un cambio similar - así, al menos, quisiéramos esperar que continúe la parábola. El caso de este hijo es, sin embargo, mucho más difícil. ¡No se puede decir que Dios ama a los pecadores más que a los justos! Una madre ama a su niño enfermo, al que dirige sus cuidados particulares, no más que a los niños sanos, a los que deja jugar solos, a los que expresa su amor - no ciertamente menor - pero de modo diverso. Mientras las personas rechazan reconocer y confesar los propios pecados, mientras siguen siendo pecadores orgullosos, Dios prefiere a los humildes pecadores.

Tiene paciencia con todos. El Padre tiene paciencia también con el hijo que se ha quedado en la casa. Le ruega y le habla con bondad: "Hijo mío, tú estás siempre conmigo, y todo lo mío es tuyo" (Lc. 15,31). El perdón de la insensibilidad del hijo mayor no es expresado aquí pero está implícito. ¡Qué grande debe ser la vergüenza del hijo mayor frente a tal clemencia! Había previsto todo pero no ciertamente esta humilde ternura del padre. De repente, se encuentra desarmado, confundido, copartícipe de la alegría común. Y se pregunta cómo pudo pensar en quedarse a un lado, cómo pudo, aunque por un solo instante, preferir ser infeliz solo mientras todos los otros se amaban y se perdonaban mutuamente. Afortunadamente, el padre está allí y lo trata a tiempo. Afortunadamente, ¡el padre no es como él! Afortunadamente, el padre es mucho mejor que todos los otros juntos. Sólo Dios puede perdonar los pecados. Sólo Él puede realizar este gesto de gracia, de alegría y de abundancia de amor. Por eso, el sacramento de la Penitencia es la fuente de permanente renovación y de revitalización de nuestra existencia sacerdotal.

10. Por eso, para mí, la madurez espiritual de un candidato al sacerdocio, para recibir la ordenación sacerdotal, se hace evidente en el hecho de que reciba regularmente - al menos, en la frecuencia de una vez al mes - el sacramento de la Reconciliación. De hecho, es en el sacramento de la Penitencia donde encuentro al Padre misericordioso con los dones más preciosos que ha de dar, y esto es el donarse (Vergabung), el perdón y la gracia. Pero cuando alguno, a causa de su falta de frecuencia de confesión, dice al Padre: "¡Ten para ti tus preciosos dones! Yo no tengo necesidad de ti y de tus dones", entonces deja de ser hijo porque se excluye de la paternidad de Dios, porque ya no quiere recibir sus preciosos dones. Y si ya no es más hijo del Padre celestial, entonces no puede convertirse en sacerdote, porque el sacerdote, a través del bautismo, es antes que nada hijo del Padre y, luego mediante la ordenación sacerdotal, es con Cristo, hijo con el Hijo. Sólo entonces podrá ser realmente hermano de los hombres.

11. El paso de la conversión a la misión puede mostrarse, en primer lugar, en el hecho de que yo paso de un lado al otro de la rejilla del confesionario, de la parte del penitente a la parte del confesor. La pérdida del sacramento de la Reconciliación es la raíz de muchos males en la vida de la Iglesia y en la vida del sacerdote. Y la así llamada crisis del sacramento de la Penitencia no se debe sólo a que la gente no vaya más a confesarse sino a que nosotros, sacerdotes, ya no estamos presentes en el confesionario. Un confesionario en que el está presente un sacerdote, en una iglesia vacía, es el símbolo más conmovedor de la paciencia de Dios que espera. Así es Dios. Él nos espera toda la vida. En mis treinta y cinco años de ministerio episcopal conozco ejemplos conmovedores de sacerdotes presentes cotidianamente en el confesionario, sin que viniera un penitente; hasta que, un día, el primer o la primera penitente, después de meses o años de espera, se hizo finalmente presente. De este modo, por así decir, se ha desbloqueado la situación. Desde ese momento, el confesionario empezó a ser muy frecuentado. Aquí el sacerdote está llamado a poner de su parte todos los trabajos exteriores de planificación de la pastoral de grupo para sumergirse en las necesidades personales de cada uno. Y aquí debe, sobre todo, escuchar más que hablar. Una herida purulenta en el cuerpo sólo puede sanar si puede sangrar hasta el final. El corazón herido del hombre puede sanar sólo si puede sangrar hasta el final, si puede desahogar todo. Y se puede desahogar sólo si hay alguien que escucha, en la absoluta discreción del sacramento de la Reconciliación. Para el confesor es importante, primero que nada, no hablar sino escuchar. ¡Cuántos impulsos interiores experimenta y recibe el sacerdote, precisamente en la administración del sacramento de la confesión, que le sirven para su seguimiento de Cristo! Aquí puede sentir y constatar cuánto más avanzados que él, en el seguimiento de Cristo, están los simples fieles católicos, hombres, mujeres y niños.

12. Si nos falta en gran parte este ámbito esencial del servicio sacerdotal, entonces caemos fácilmente en una mentalidad funcionalista o en el nivel de una mera técnica pastoral. Nuestro estar a ambos lados de la rejilla del confesionario nos lleva, a través de nuestro testimonio, a permitir que Cristo se haga perceptible para el pueblo. Para decirlo claramente, con un ejemplo negativo: quien entra en contacto con el material radioactivo, también él se vuelve radioactivo. Si luego se pone en contacto con otro, entonces también -éste quedará igualmente infectado por la radioactividad. Pero ahora volvamos al ejemplo positivo: aquellos que entran en contacto con Cristo, se vuelven "Cristo-activos". Y si, entonces, el sacerdote, siendo "Cristo-activo", se pone en contacto con otras personas, éstas ciertamente serán "infectadas" por su "Cristo-actividad". Ésta es la misión, así como fue concebida y estuvo presente desde el comienzo del cristianismo. La gente se reunía en torno a la persona de Jesús para tocarlo, aunque sólo fuera el borde de su manto. Y quedaban sanados incluso cuando esto ocurría mientras Él estaba de espaldas: "porque salía de él una fuerza que sanaba a todos" (Lc. 6,19).

13. Con nosotros, en cambio, con frecuencia las personas huyen, ya no buscan nuestra cercanía para entrar en contacto con nosotros. Por el contrario, como dije, se nos escapan. Para evitar que esto suceda, debemos plantearnos la pregunta: ¿con quién entran en contacto cuando se ponen en contacto conmigo? ¿Con Jesucristo, en su infinito amor por la humanidad, o bien con alguna privada opinión teológica o alguna queja sobre la situación de la Iglesia y del mundo? A través de nosotros, ¿entran en contacto con Jesucristo? Si este es el caso, entonces las personas tendrán vida. Hablarán entre ellas de tal sacerdote. Se expresarán sobre él con términos similares: "Con él sí se puede hablar. Me entiende. Realmente puede ayudar". Estoy profundamente convencido de que la gente tiene una profunda nostalgia de tales sacerdotes, en los cuales pueden encontrar auténticamente a Cristo, que los hace libres de todos los lazos y los vincula a su Persona.

14. Para poder perdonar realmente, tenemos necesidad de mucho amor. El único perdón que podemos conceder realmente es el que hemos recibido de Dios. Sólo si experimentamos al Padre misericordioso, podemos hacernos hermanos misericordiosos para los otros. Aquel que no perdona, no ama. Aquel que perdona poco, ama poco. Quien perdona mucho, ama mucho. Cuando dejamos el confesionario, que es el punto de partida de nuestra misión, tanto de un lado como del otro de la rejilla, entonces se quisiera abrazar a todos, para pedirles perdón y esto ocurre especialmente después de habernos confesado. Yo mismo he experimentado de forma tan gratificante el amor de Dios que perdona, como para poder solamente pedir con urgencia: "¡Acoge también tú su perdón! Toma una parte del mío, que ahora he recibido en sobreabundancia. ¡Y perdóname que te lo ofrezca tan mal!". Con la confesión se vuelve dentro del mismo movimiento del amor de Dios y del amor fraterno, en la unión con Dios y con la Iglesia, del cual nos había excluido el pecado. Si Dios nos ha enseñado a amar de un modo nuevo, podemos y debemos amar a todos los hombres. Si no fuese así, sería un signo de que no nos hemos confesado bien y que, por lo tanto, deberíamos confesarnos de nuevo.

Probablemente, el más grande sacerdote confesor de nuestra Iglesia es el Santo Cura de Ars. Gracias a él tenemos el Año Sacerdotal y, por lo tanto, nuestro actual encuentro como sacerdotes y obispos con el Santo Padre aquí en Roma. Con este santo párroco he reflexionado sobre el misterio de la santa confesión ya que su ministerio cotidiano de la reconciliación, en el confesionario de Ars, ha hecho que se convirtiera en un gran misionero para el mundo. Se ha dicho que, como sacerdote confesor, ha vencido espiritualmente a la Revolución francesa. Lo que me ha inspirado este diálogo espiritual con Juan María Vianney, lo he dicho aquí. Sin embargo, me ha recordado también algo muy importante.

15. ¡Amamos a todos, perdonamos a todos! ¡Hay que prestar atención, sin embargo, a no olvidar a una persona! Existe un ser, de hecho, que nos desilusiona y nos pesa, un ser con el que estamos constantemente insatisfechos. Y somos nosotros mismos. Con frecuencia tenemos bastante de nosotros. Estamos hartos de nuestra mediocridad y cansados de nuestra misma monotonía. Vivimos en un estado de ánimo frío e incluso con una increíble indiferencia hacia este prójimo más próximo que Dios nos ha confiado para que le hagamos tocar el perdón divino. Y este prójimo más próximo somos nosotros mismos. Está dicho, de hecho, que debemos amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos (cfr. Lv. 19,18). Por lo tanto, debemos amarnos también a nosotros mismos así como tratamos de amar a nuestro prójimo. Entonces debemos pedir a Dios que nos enseñe que debemos perdonarnos: la rabia de nuestro orgullo, las desilusiones de nuestra ambición. Pidamos que la bondad, la ternura, la paciencia y la confianza indecible con la que Él nos perdona, nos conquiste hasta el punto de que nos liberemos del cansancio de nosotros mismos, que nos acompaña por todas partes, y con frecuencia incluso nos causa vergüenza. No somos capaces de reconocer el amor de Dios por nosotros sin modificar también la opinión que tenemos de nosotros mismos, sin reconocer a Dios mismo el derecho de amarnos. El perdón de Dios nos reconcilia con Él, con nosotros, con nuestros hermanos y hermanas, y con todo el mundo. Nos hace auténticos misioneros.

¿Lo creéis, queridos hermanos? ¡Probadlo, hoy mism

sábado, 19 de junio de 2010

FELIZ DÍA DEL PADRE A TODOS LOS PADRES DEL MUNDO

FELIZ DÍA DEL PADRE : A ESE PAPÁ QUE NOS DIÓ LA VIDA, A QUIEN NOS BAUTIZÓ, A QUIEN COMO PADRE NOS GUIÓ POR LOS CAMINOS DE LA VIDA.

A TODOS LOS PAPÁS, UNA INVITACIÓN A BUSCAR, ENCONTRAR Y SEGUIR POR SIEMPRE AL PADRE DE LA VIDA: DIOS.

jueves, 17 de junio de 2010

BENDICIONES PARA EL GRUPO DE ORACIÓN SANTIAGO APOSTOL

Saludamos a los hermanos y hermanas del Grupo de Oración de la Parroquia Santiago Apostol, quienes se reunen los días Miercoles a las 20,00 horas en los salones de su Parroquia.
Oremos al Señor por estos abnegados hermanos y hermanas llenas de Fe, que desafían las inclemencias del frío otoño para Alabar a Nuestro Señor.

martes, 15 de junio de 2010

VAMOS A REFLEXIONAR SOBRE EL SACERDOCIO: VEAMOS:

¡BENDITOS SEAN NUESTROS HERMANOS SACERDOTES...OREMOS POR ELLOS!
PERO LO HAREMOS CON LAS PALABRAS DE SU SANTIDAD EL PAPA BENEDICTO:
LEAMOS:
Benedicto XVI a los sacerdotes (II): la verdadera teología
Diálogo entre el Papa y los presbíteros de todo el mundo

CIUDAD DEL VATICANO, martes 15 de junio de 2010 (ZENIT.org).- La teología actual, muchas veces, aparece como una mera especulación intelectual, separada de la doctrina y de la vida espiritual. Para un sacerdote, a quien su trabajo deja apenas tiempo para la formación, ¿cómo orientarse en un laberinto de ideas y opiniones que a veces parece contradecir al magisterio?

Esta fue la segunda pregunta al Papa Benedicto XVI, en la pasada vigilia del 10 de junio, en la clausura del Año Sacerdotal, y fue planteada por un sacerdote procedente desde Costa de Brasil (África), Mathias Agnero.

El Papa coincidió en que se trata de un problema “difícil y doloroso”, pero no “nuevo”: el propio san Buenaventura planteaba “dos tipos de teología”, una que procede de “la arrogancia de la razón” y otra que busca “profundizar en el conocimiento del amado”.

“Existe realmente una teología que quiere sobre todo ser académica, parecer científica, y olvida la realidad vital, la presencia de Dios, su presencia entre nosotros, su hablar hoy, no sólo en el pasado”, explicó el Papa a los presentes.

Esta teología “viene de la arrogancia de la razón, que quiere dominar todo, hace pasar a Dios de sujeto a objeto que estudiamos, mientras debería ser sujeto que nos habla y nos guía”, y “no nutre la fe, sino que oscurece la presencia de Dios en el mundo”.

“Modas”

Actualmente, comentó Benedicto XVI, “se impone la llamada 'visión moderna del mundo' (Bultmann), que se convierte en el criterio de cuanto sería posible o imposible”, afirmando que “todo es como siempre, que todos los acontecimientos históricos son del mismo tipo”, con lo que “se excluye precisamente la novedad del Evangelio, se excluye la irrupción de Dios, la verdadera novedad que es la alegría de nuestra fe”.

Sin embargo, el Papa quiso “desmitificar” estas teologías “a la moda”, siguiendo su propia experiencia.

“Yo comencé a estudiar teología en enero de 1946, y he visto por tanto a tres generaciones de teólogos, y puedo decir: las hipótesis que en aquel tiempo, y después en los años 60 y 80 eran las más nuevas, absolutamente científicas, absolutamente casi dogmáticas, ¡con el tiempo han envejecido y ya no valen! Muchas de ellas parecen casi ridículas”, afirmó.

Por ello, invitó a los teólogos a “no tener miedo al fantasma de la cientificidad”, a tener el coraje de “no someterse a todas las hipótesis del momento, sino de pensar realmente a partir de la gran fe de la Iglesia, que está presente en todos los tiempos y que nos abre el acceso a la verdad”.

Especialmente, subrayó la importancia de “no pensar que la razón positivista, que excluye lo trascendente – que no puede ser accesible – sea la razón verdadera. Esta razón débil, que presenta sólo las cosas experimentables, es realmente una razón insuficiente”.

“Nosotros teólogos debemos usar la razón grande, que está abierta a la grandeza de Dios. Debemos tener el valor de ir más allá del positivismo a la cuestión de las raíces del ser”, añadió.

Teología por amor

Existe también “una teología que quiere conocer más por amor al amado, está estimulada por el amor y guiada por el amor, quiere conocer más al amado. Y esta es la verdadera teología, que viene del amor de Dios, de Cristo, y quiere entrar más profundamente en comunión con Cristo”, explicó el Papa.

“La formación es muy importante. Pero debemos ser también críticos: el criterio de la fe es el criterio con el que ver también a los teólogos y las teologías”, subrayó.

El Pontífice recomendó tanto a sacerdotes como a seminaristas, consultar a menudo el Catecismo de la Iglesia Católica: “aquí vemos la síntesis de nuestra fe, y este Catecismo es verdaderamente el criterio para ver donde va una teología aceptable o no aceptable”.

En este sentido, pidió a los presentes que sean “críticos en el sentido positivo”, es decir, “críticos contra las tendencias de la moda y abiertos a las verdaderas novedades, a la profundidad inagotable de la Palabra de Dios, que se revela nueva en todos los tiempos, también en nuestro tiempo”.

Por último, el Papa invitó a los sacerdotes a “tener confianza en el Magisterio permanente de la comunión de los obispos con el Papa”.

Por ello recordó que la Sagrada Escritura “no es un libro aislado: está vivo en la comunidad viva de la Iglesia, que es el mismo sujeto en todos los siglos y que garantiza la presencia de la Palabra de Dios”.

“El Señor nos ha dado a la Iglesia como sujeto vivo, con la estructura de los obispos en comunión con el Papa, y esta gran realidad de los obispos del mundo en comunión con el Papa nos garantiza el testimonio de la verdad permanente”.

“Hay abusos, lo sabemos, pero en todas partes del mundo hay muchos teólogos que viven verdaderamente de la Palabra de Dios, se nutren de la meditación, viven la fe de la Iglesia y quieren ayudar para que la fe esté presente hoy día. A estos teólogos quisiera decir un gran 'gracias'”, concluyó.

domingo, 13 de junio de 2010

DISCERNIDO COMO NUEVO SERVIDOR NACIONAL EL HERMANO HECTOR CONTRERAS

Hno Hector Contreras...(Foto de archivo)

EL SEÑOR LLAMA A LA RENOVACION CHILENA A BUSCAR LA UNIDAD EN EL AMOR.

El Hno Hector Contreras, actualmente miembro intengrante del comité económico de la RCC, ha sido discernido por abrumadora mayoría como el nuevo Servidor Nacional de la Renovación Carismática Chilena.

En el marco del encuentro nacional, y en clave profética cuando aun no vislumbraba lo que ocurriría mas adelante,, el hermano Hector dió una enseñanza sobre la resurrección, que llevó a la asamblea a vivir un fuerte llamado a la unidad, al perdón, a la búsqueda del encuentro con el hermano en el Amor, en una ungida enseñanza que abrió los corazones de los presentes. Posteriormente, la Hermana Gerda dió una enseñanza sobre el Discernimiento, de mucha profundidad y muy certera.

En el contexto de éste marco de espiritualidad, se formaron grupos al azar, para orar, y para preguntarle al Señor"¿Que quiere Dios para nuestra RCC?.....¡Todos los grupos coincidieron en que el Señor quería UNIDAD EN SU AMOR.


Y así fue que , bajo en soplo del Espíritu Santo, fue discernido como nuevo Servidor Nacional el Hermano Hector Contreras, quien será el llamado a hacer vida los deseos del Señor de Buscar una renovación unida, sólida en el Amor, con poder para evangelizar, abierta a los Dones y Carismas, llena del fuego de su Amor, ese Amor que que quema los corazones de piedra, para transformarlos en corazones de carne.

¡Felicitaciones Hermano Hector Contreras....cuente con nosotros y que Dios lo Bendiga!

(Gentileza de nuestra Hna Carolina Arancibia)



jueves, 10 de junio de 2010

Programando Retiro con el Obispo

Patricio Pizarro, Coordinador Diocesano

Estimados Hermanos:
Nos encontramos gestionando el retiro anual de la RCC Diocesana con el Obispo de la Diócesis. Recordemos que la planificación de este encuentro era para los primeros meses del año, pero el terremoto cambió la agenda....
¡Preparemonos para este fecundo encuentro con nuestro Pastor Diocesano, quien por tercer año consecutivo se reunirá con nosotros!

Patricio Pizarro

Coordinador Diocesano

lunes, 7 de junio de 2010

NOTICIAS SOBRE EL PADRE AGUSTIN SANCHEZ

Nos ha llegado el siguiente mail, el que nos permitimos transcribir:

Nuestro Querido Sacerdote, formador y amigo, Padre Agustín Sánchez H.,s.j. ha partido al cielo ayer domingo. Hoy se celebrará una misa a

las 17:30 hrs. en la Iglesia de San Ignacio (Alonso Ovalle 1480) y su el funeral será mañana martes a las 15:00 hrs. en el mismo lugar.

Unidos como familia, les esperamos para participar de esta Eucaristía. Estamos seguros de que él estará muy feliz que lo acompañemos en su pascua.

¡Y GRACIAS, SEÑOR!.....COMO DECÍA EL PADRE AGUSTIN..........

domingo, 6 de junio de 2010

FALLECE EL PADRE AGUSTÍN SANCHEZ EN CHILE

Padre Agustín Sanchez, de Feliz memoria en el Pueblo Católico y carismático

Noticias de último minuto nos señalan que falleció en horas de hoy Domingo, 06 de junio, Día del Señor, el Sacerdote P. AGUSTÍN SANCHEZ, en Santiago.

El padre Agustín Sanchez, de más de ochenta años de edad, adolecía de un delicado estado de salud durante los últimos años, lo que redujo su actividad pastoral a apoyo espiritual y consejería, lo que fue muy valorado por aquellos que pudieron disfrutar de su sabiduría y carismas.

El Sacerdote P. Agustín Sanchez está definitivamente unido a la historia de la Renovación carismática en Chile, y a la historia de muchos lideres de la Iglesia católica, formados bajo su alero. Muy recordados , inolvidables,son los Retiros Carismáticos de Sanación que durante muchos años dictó en la Casa de Retiros Loyola, en Padre Hurtado, a la cual acudían fieles de Chile, Argentina y otros países, atraídos por los dones y carismas muy evidentes que el Espíritu Santo había entregado al Padre Agustín.

!Pedimos a los lectores oración por el Alma del Padre Agustín Sanchez!


viernes, 4 de junio de 2010

FIN DE SEMANA CARISMATICO PARA USTED


Sábado 05 de junio, desde las 18,00 horas, hasta las 21,00 horas, en el Gimnasio de la Universidad de Concepción, Campus Los Ángeles, en Avenida Ricardo Vicuña, se presenta el GRUPO NERIA y el GRUPO SAN MIGUEL, ambos de la RCC. El motivo es colaborar con la Parroquia del Buen Pastor, dañada por el terremoto.

Domingo 06 de junio, a las 15,30 horas, MISA DE SANACIÓN mensual de la RCC, en la Parroquia San Francisco. Celebra el Sacerdote P. Gustavo Avello.