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Foto de la RCC de Los Ángeles, Alabando a Su SeñorCelebremos al Señor con alabanzas, con fuego en el corazón. ¡Dejemos al Señor que sea el Rey en nuestra vida, en nuestro hogar, en nuestro cuerpo, alma y Espíritu!. ¡Dejemos que el Espíritu Santo nos guíe a servir a ese Rey, cuyo Reino es Eterno.
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“Yo soy Rey”
Esta fue la respuesta rotunda de Jesús a Pilato. Aunque la respuesta completa fue ésta: “Pero mi reino no es de aquí”.
Pero si el reino de Jesucristo no es de este mundo, se inicia y realiza germinalmente ya en este mundo. Es verdad que sólo al final de los tiempos y tras el juicio final alcanzará su plenitud definitiva, pues sólo entonces triunfará definitivamente del demonio, el pecado, el dolor y la muerte.
Pero ya ahora, “el reino instaurado por Jesucristo actúa como fermento y signo de salvación para construir un mundo más justo, más fraterno, más solidario, inspirado en los valores evangélicos de la esperanza y de la bienaventuranza, a la que todos estamos llamados” (JUAN PABLO II.) Los santos –únicos que se han tomado en serio su reinado- han sido grandes sembradores de comprensión, justicia, amor y la paz siempre y en todas partes. ¡Pobre tierra esta nuestra sin su acción y la de los demás seguidores de Jesús!. A pesar de sus debilidades y pecados.
“Jesucristo es Rey que hace reyes a sus seguidores coronándolos en el cielo.” (San Buenaventura)
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