domingo, 5 de abril de 2015

PASCUA DE RESURRECCIÓN: El discípulo vió y creyó:



El discípulo vió y creyó:
Estamos en el sepulcro, están las sábanas y el sudario, que son los signos de la muerte, sí. Pero falta algo. O más bien, falta alguien.
No está el cadáver de Cristo Jesús.
Lo curiosos es que todos ven lo mismo: pero tienen distintas reacciones:
María Magdalena sale corriendo despavorida:
Pedro, está sobrepasado, mudo;
Juan, vio ... y … creyó.


Esto significa que no basta la mirada del mundo para reconocer lo que celebramos hoy. La mirada humana, la mirada del mundo no puede ver a Dios, ni sus obras.
Solo la mirada del corazón puedo asomarse a la verdad del amor. La mirada del corazón enamorado puede asomarse a las sorpresas de Dios.
Dios está más cerca del corazón, está a la altura del corazón. Por que Dios es amor. Y el corazón puede reconocer el amor.
Todo el misterio de Dios es misterio del amor:
- amor eterno del Padre y el Hijo y el Espíritu
- amor de Dios por sus todos sus creaturas
- amor especialísimo por nosotros, su obra más preciosa
Saquemos entonces las consecuencias:
- si Dios no se queda enterrado en el sepulcro, significa que el Amor no muere nunca
- si Dios no queda esclavo de la muerte, significa que el Amor vence siempre
- si Dios venció la flaqueza del corazón humano, significa que hay esperanza para toda la humanidad

La última palabra de la historia del hombre es esta:
¡¡Oh humanidad tan sufrida y tan desconcertada!!: el Amor es tu destino, el Amor es tu camino, el Amor es tu Fortaleza, porque Cristo ha resucitado.

Ven al banquete del Amor, para alimentarte de la Victoria de Dios, que no se quedó encerrado en el sepulcro. Ven a recibir tu fortaleza en la banquete de la Vida.
(P. Luis María Avendaño)

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