EL CARISMA DE CURACIÓN: UNA MIRADA ANALÍTICA
VERDADERA FE: NI CREDULIDAD NI ESCEPTICISMO
Sólo con la mirada profunda de la fe evitaremos una desfiguración o una falsa interpretación de los hechos. Pero también nos veremos libres de los muchos prejuicios que hoy existen en la mayoría de los cristianos contra la curación.
Cuando uno entra en la R.C. le resulta difícil al principio comprender y aceptar el carisma de la curación.
Los prejuicios más corrientes son los siguientes:
1) “Esto es de santos y nosotros no somos santos”: se piensa que sería una temeridad o presunción para el cristiano común esperar o pedir la curación. Pero Jesús tan sólo habló de la fe en Él: “Estas son las señales que acompañarán a los que crean...” (Mc 16,17-18)
2) “Yo no necesito esos milagros, me basta con la fe”: se cree que esto era necesario en los comienzos de la Iglesia, pero no ahora, cuando ya ha pasado la época de los milagros y la Iglesia no debe poner el acento en ellos.
3) “Los milagros no son más que una manera primitiva de expresar la realidad”: los que así piensan hasta llegan a interpretar los milagros del Evangelio en términos puramente naturales, reduciéndolos a una experiencia humana desmitologizando y cuestionando toda la posibilidad de un Dios que actuaría directamente en la historia. Se le considera algo propio de una época preciéntifica. Este prejuicio obedece principalmente a la idea que se tiene de un Dios impersonal y lejano, situado allá en las alturas lejos de nosotros, pero no el Dios del Evangelio presente en nuestras propias vidas.
4) «Esto es algo peligroso que ocasiona ilusionismo y mucha gente vive sólo una religión milagrera y a veces mágica”: cierto que se ha abusado mucho, que se ha fomentado todo un falso cristianismo de reliquias, objetos y lugares en torno a la curación. Cualquier realidad sagrada podemos malentenderla, desfigurarla y abusar de ella. Ejemplos, Simón Mago con el Don del Espíritu Santo (Hch 8,9-24), los abusos y disparates que a lo largo de la historia se han cometido con la oración, los sacramentos, la autoridad, la vida religiosa, etc.
5) “Hemos de aceptar la enfermedad como voluntad de Dios o como la propia cruz”:
Toda la espiritualidad que se ha hecho de la enfermedad como algo enviado por Dios que nos purifica y nos quebranta para someternos dócilmente a Él parece no tener en cuenta que el sufrimiento propio del cristiano, el único que nos prometió el Señor, no fue la enfermedad, sino la persecución y el sufrimiento que deriva de la entrega a los demás con la inmolación del egoísmo y la comodidad (Cf.: 2 Co 11.23-29). La cruz que llevó Jesús fue la persecución y la entrega a los demás.
La gloria de Dios es el hombre viviente: Dios quiere la vida, la salud. la integridad del espíritu, de la mente y del cuerpo. La enfermedad es un mal en si, aunque de ella pueda provenir un bien. No representa la voluntad de Dios, es una de tantas consecuencias del pecado. Dios quiere sanar como quiere reconciliar al hombre y la creación entera.
Hace falta luz del Señor para saber cuándo tenemos que pedir para este hermano que aleje esta enfermedad o más bien que le dé una muerte feliz.
(siervoscas.com)
No hay comentarios:
Publicar un comentario