Carta Obispo Felipe Bacarreza sobre Misa dominical
A todo el clero de la Diócesis: Eucaristía dominical
Estimados hermanos:
En medio de la preocupación y el temor por la pandemia del coronavirus, es importante ofrecer a los fieles el consuelo y la alegría de la Eucaristía dominical. De la misma manera que se mantienen abiertos los supermercados para proveer a la población el alimento corporal, con mayor razón, debemos ofrecer el pan de vida eterna que solamente nosotros podemos dar, según el mandato de Jesús: «Denles ustedes de comer». Sin la Eucaristía la desolación sería completa. Hemos celebrado un Congreso Eucarístico Diocesano, cuyo lema era: «Sin la Eucaristía dominical, nada podemos». Es lo que creemos también en las circunstancias actuales. Quienes pronunciaron esa sentencia -San Saturnino y sus compañeros- se exponían al martirio por celebrar la Eucaristía, que de hecho sufrieron.
Ciertamente, están dispensados de la obligación de participar en la Eucaristía dominical y no deben hacerlo:
– todos los que tengan síntomas del coronavirus o incluso solo sospechas de haber contraído la infección y puedan transmitirla a otros,
– todos los adultos mayores que están en edad de riesgo en caso de contraer el coronavirus,
– todos los que no siendo adultos mayores, sufren, sin embargo, alguna afección en su condición de salud que los hace igualmente vulnerables
– todos los que sufran excesivo temor -pánico- de ser contagiados.
Todos ellos deben participar a través de la radio y de otros medios audiovisuales que se ofrecen y hacer una comunión espiritual.
Sugiero, en lo posible, aumentar una o dos Misas en el templo parroquial, de manera que los fieles, que de todas maneras serán menos que lo habitual, se distribuyan en más celebraciones y puedan mantener mayor distancia unos de otros. Habrá que mantener asimismo la precaución de evitar el saludo de la paz y recomendar la recepción de la Hostia santa en la mano, aunque manteniendo abierta a opción de recibirla en la boca.
Tomando como refugio al Señor y poniéndonos bajo la sombra de sus alas, experimentaremos la verdad de lo que dice el Salmo 91: «No temerás el terror de la noche, ni la saeta que vuela de día, ni la peste que avanza en las tinieblas, ni el azote que devasta a mediodía».
Implorando a nuestra Patrona, Santa María de los ángeles, que nos tenga bajo su amparo, los bendigo con vivo afecto
+ Felipe Bacarreza Rodríguez
Obispo de Santa María de los Ángeles Los Ángeles, 20-03-2000
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