EL ESPIRITU SANTO COMO BRISA
El es como una suave brisa que sopla donde quiere (Jn. 3, 8). Ahora
bien, si el Espíritu Santo es la brisa, nosotros debemos ser como las
velas de una barca, siempre en posición de ser movidos por esa brisa; es
decir, debemos ser perceptivos a las inspiraciones del Espíritu Santo y
dóciles a éstas, para poder navegar por esta vida guiados por El hacia
nuestra meta definitiva.
Reflexiones en invierno.Navegar en el Espíritu
Un velero no puede moverse si no tiene velas. Y si tiene velas, no puede moverse si no hay brisa.
Eso ocurre con mi vida cuando no tengo la brisa del Espíritu Santo. No me muevo. Me quedo allí. Me estanco....Y si tengo la brisa del Espíritu Santo y no abro mi corazón como las velas de un velero, no navegaré.
Por eso hoy me llamo, y te llamo, a navegar en aguas espirituales con el soplo del Espíritu Santo. Las velas son tu corazón. Abrelo, e inicia esta hermosa aventura con el Espíritu Santo.
Amén.
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