domingo, 5 de junio de 2011

PARA CONTEMPLAR EL PRODIGIO DE PENTECOSTÉS

ALABANZA EN LA DIÓCESIS DE lOS ANGELES

Hechos de los Apóstoles 2: 1-11
Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos juntos en el mismo lugar. De repente vino del cielo un ruido, semejante aun viento impetuoso, y llenó toda la casa donde se encontraban. Entonces aparecieron lenguas como de fuego, que se repartían y se posaban sobre cada uno de ellos. Todos quedaban llenos del Espíritu Santo y comenzaron a hablar en lenguas extrañas, según el Espíritu Santo los movía a expresarse. Se hallaban por entonces en Jerusalén judíos piadosos venidos de todas las naciones de la tierra. Al oír el ruido, acudieron en masa y quedaron estupefactos, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua. Todos, atónitos y admirados, decían: - ¿No son galileos todos los que hablan? Entonces, ¿cómo es que cada uno de nosotros los oímos hablar en nuestra lengua materna? Partos, medos, elamitas y los que viven en Mesopotamia, Judea y Capadocia, el Ponto y Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y la parte de Libia que limita con Cirene, los forasteros romanos, judíos y prosélitos, cretenses y árabes, todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las grandezas de Dios.

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